Serie Burbujas de EMPATÍA - Ernesto Oñate

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Conversaciones
sobre arte, comunicación y
#conciencia
Inspirada en las obras de Caspar David Friedrich: deseo de expresar que el hombre se enfrenta al poder de la naturaleza comprendiéndola.

Nuestra realidad contemplada como una burbuja del TODO.
Mirar hacia dentro y hacia fuera y comprender la homología.
Comprendí que mi mundo exterior de formas y experiencias es reflejo de mi mundo interior de pensamientos y sentimientos.
Serie Burbujas de EMPATÍA
2019
Inspirada en "El caminante sobre el mar de nubes", de Friedrich (1818).

Empatía con la realidad que nos rodea para comprenderla como un reflejo de nosotros mismos.

Burbuja de EMPATÍA I
Mayo 2019
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
240 x 240 x 240 cm
175,0 Kg
El espectador en contacto directo con la obra, es sorprendido y se deja penetrar por los qualia que lo van fascinando, en una comprensión inefable que se sustenta en verdad, bondad y belleza, donde el mensaje de la obra, que es conocimiento de la Conciencia, de su conciencia, le emociona y lo embarga en un momento de comunión con la idea, con la forma y con la novedad de estas.
Inspirada en "Monje a la orilla del mar", de Friedrich (1808 - 1810).

Una ola contiene todo el océano.

Burbuja de EMPATÍA II
Mayo 2019
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
240 x 240 x 240 cm
189,4 Kg
Olvida,
pon voluntad sólo en imaginar,
abandónate a tu intuición,…
la inspiración te llegará por sorpresa.
Inspirada en "Mujer en la ventana", de Friedrich (1822).

Como es dentro es fuera y biceversa.

Burbuja de EMPATÍA III
Mayo 2019
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
240 x 240 x 240 cm
185,0 Kg
Inspirada en “Salida de la luna sobre el mar”, de Friedrich (1821).

La experiencia conduce al conocimiento y la práctica conduce a la perfección.

Burbuja de EMPATÍA IV
Mayo 2019
Maderas de Pao Ferro, Wengué y Palo Rojo.
240 x 240 x 240 cm
313,4 Kg
De la experimentación al arte transformador
El s. XX ha sido un laboratorio para el arte.
Desde la aparición de la fotografía, el cine y las nuevas tecnologías de reproducción, el arte se ha enfrentado al cuestionamiento de su función, a la vez que se han experimentado toda clase de propuestas y ha estado sometido a una diversidad de experiencias tan amplia como artistas han surgido y hasta donde ha llegado la imaginación de cada uno de ellos; con una libertad absoluta e independiente de cualquier condicionante de los que existieron en épocas anteriores. El arte ha expandido los límites de su concepción a posibilidades extremas y divergentes superando todos los retos, los de expansión y también los que pretendían su aniquilación. Se han sucedido, se han superpuesto y conviven propuestas que sin duda son logros de libertad creativa. Entre otros muchos logros:
En el s. XX, la obra artística, supera la condición narrativa y de representación, alcanzando un valor emocional por su propia configuración, que ya existía en otras disciplinas como la danza y la música. Con el arte abstracto la obra artística alcanza un valor absolutamente musical, que se crea como experiencia para el espíritu. Según Kandinsky (1866-1944): “El color es la tecla. El ojo es el martillo. El alma es el piano. El artista es la mano que, con una u otra tecla hace vibrar el espíritu del ser humano.”
En el s. XX, la obra artística rompe con la principal característica renacentista en la representación, la perspectiva única. El Cubismo concibe la representación mediante una abstracción que utiliza distintos puntos de vista para definir el objeto; se prescinde de imitar la apariencia de la realidad para representar lo que se sabe de ella. Picasso (1881-1973) afirma que: “El arte es la mentira que nos ayuda a ver la verdad”.
En el s. XX, la obra artística rompe con la tradición, el pasado y los signos convencionales. El movimiento futurista crea una nueva estética y la obra artística encuentra nuevos valores a los que servir desde posicionamientos filosóficos y políticos. Según Marinetti (1890-1976): en el Manifiesto del Futurismo (1909) “Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras, con su radiador adornado de gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil que ruge, que parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia.” y “Los objetos en movimiento se multiplican y se distorsionan como vibraciones a través del espacio.
En el s. XX, la obra artística, se despoja de la intención musical, se desentiende del significado estético concebido como búsqueda de armonía y belleza, rompe con todos los cánones estéticos establecidos. Para el espíritu dadaísta la obra artística alcanza su valor en la expresión del relato o en la materialización conceptual del relato; se crea como experiencia para la razón a través de experiencias sensitivas. Es un posicionamiento declarado anti-arte que se burla del orden establecido para liberar al artista definitivamente de los convencionalismos. Entre otras muchas manifestaciones trascendentales para la definición de este posicionamiento artístico y filosófico, para el movimiento Dadá “las fronteras entre arte y vida deben ser abolidas”.
En el s. XX, la obra artística empuja, continuamente, los límites establecidos o aceptados, se caracteriza principalmente por la libertad de expresión. Con el vanguardismo la obra artística transgrede las normas y el statu quo, tanto en el arte como socialmente. Man Ray (1875-1944) explica: “La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte.”
En el s. XX, la obra artística, se realiza utilizando o incorporando a la obra objetos que no son de uso artístico, encontrados: modificados, interpretados o adaptados. En el ready-made los objetos se re-contextualizan para crear un mensaje vanguardista o transgresor. Rauschenberg (1925-2008), afirmó que “quería algo más de lo que podía hacer yo mismo y quería usar la sorpresa, la colectividad y la generosidad de encontrar sorpresas. Y si no fue una sorpresa al principio, cuando lo terminé, lo fue. Por lo tanto, el objeto mismo fue cambiado por su contexto y, por lo tanto, se convirtió en algo nuevo.”
En el s. XX, la obra artística se concibe desde planteamientos racionalistas con la intención de una renovación estética, mediante lenguajes plásticos objetivos y universales. Para el neoplasticismo la obra artística es una metáfora visual de armonía espiritual, en la que se elimina lo superfluo y permanece lo elemental, en busca de lo esencial y con un marcado sentido del equilibrio. Las formas se depuran hasta encontrar la armonía en estructuras geométricas compuestas de líneas y masas coloreadas. Los artistas de De Stijl (1917-1931), comprometidos con el clima espiritual e intelectual de su tiempo, deseaban “expresar la consciencia general de su época”. Según Mondrian (1872-1944): “El propósito no es crear otras formas y colores particulares con todas sus limitaciones, sino trabajar tendiendo a abolirlos en interés de una unidad más grande.” Su radicalismo era tal que rompe con el grupo cuando Van Doesburg (1883-1931) declara, en su Teoría del Elementalismo (1924), que la diagonal es un elemento compositivo con mayor dinamismo en comparación a las direcciones horizontal y vertical. Para Mondrian la diagonal es un elemento desestabilizador.
En el s. XX, la obra artística, supera la perdurabilidad del soporte material; se hace efímera como en otras disciplinas como la danza o la música. Con la performance, la obra artística se crea con el valor de lo efímero, como experiencia de lo irrepetible como una puesta de sol o un eclipse. La obra artística deja de SER, para únicamente SUCEDER.
En el s. XX, la obra artística, supera la condición y finalidad de imitar y ser reflejo de la naturaleza; el Land Art se hace cómplice para complementar la singularidad o de la belleza de la naturaleza. La obra artística es imaginación de la naturaleza y crea naturaleza más allá de la naturaleza. Cuestiona el límite entre lo natural y lo artificial; crea la naturaleza a través de la imaginación y la mano del artista, del creador.
En el s. XX, la obra artística, supera la necesidad del soporte material. En el arte conceptual la obra artística alcanza su valor en el concepto que define; se crea como experiencia puramente intelectual, sin intervención de los sentidos. Marcel Duchamp (1887-1968) afirma: “El arte es la idea”.
En el s. XX, con el Pop Art, la obra artística utiliza las imágenes, las técnicas y fundamentalmente el lenguaje de los medios de masas, y lo hace su propio lenguaje; que se enriquece de forma abrumadora por la gran cantidad de artistas que se suman con improntas propias tan diversas como sus orígenes.
En el s. XX, la obra artística se fundamenta e incluso se reduce a la originalidad. El arte, como siempre es reflejo de su tiempo, de la sociedad en que se desarrolla; y la sociedad del s. XX ensalza y premia como nunca la originalidad. El leitmotiv de este arte se encuentra en su aspecto sorpresa: ¿Qué es esto?, incluso ¿Qué hace aquí esto?, pues la descontextualización también es una cualidad de estas obras artísticas. En definitiva se sustenta en que es diferente. Aquí la cuestión que puede surgir es si también es válido el argumento que sustenta la obra de arte a las obras que imitan o repiten esa cualidad que la define diferente. Damien Hirst afirma: “Una obra de arte es buena cuando doblas la esquina y dices: ¡Joder! ¿Qué es eso?”
En el s. XX, la obra artística se convierte en reivindicación del estatus de artista y afirma que una obra es arte por el hecho de “salir” del artista. Aquí la cuestión que puede surgir es si este arte es consecuencia de frustración o de reto ante el panorama que vive el arte y el artista. Sin duda se dirime una cuestión de incomprensión, pero ¿por parte de quién? Grayson Perry afirma: “Esto es arte porque yo soy artista y digo que lo es”.
Desde el s. XX, la obra artística redefine cualquier arte anterior, lo utiliza como recurso expresivo sin complejo. Con el posmodernismo todos los hitos alcanzados y todas las experiencias transitadas son medios de expresión válidos, recursos valiosos, para ideas nuevas transformables en arte.
Desde el s. XX, la obra artística es herramienta, cómplice o impulsora de transformaciones sociales. La obra artística  es un poderoso medio de comunicación, transformador de las conciencias, que se proyecta hacia cambios sociales como el feminismo, la ecología,… En el nuevo milenio, la diversidad, la integración o la valoración de la individualidad y sus diferencias como valores enriquecedores son objeto del mensaje del arte; conviven propuestas con discursos enfocados de formas diferentes: de transgresión y crítica a los ejes que regulan  los cambios hacia la globalización y propuestas dirigidas a una reordenación de las conciencias y de sus valores.
Desde el s. XX, la libertad creativa rebasa límites contemplados como legales, éticos y tabúes; para la obra artística todo es medio para la creación y todo es soporte para la obra, en un contexto marcado por un mercado del arte que lo engulle todo.
En el nuevo milenio, la obra artística conjuga el resultado del progreso del arte, desde el Renacimiento, con las posibilidades de las sucesivas innovaciones de las nuevas tecnologías de la comunicación. Es un panorama aparentemente caótico y desmedido al que hay que mirar como libre e inconmensurable.
 
En el s. XXI el arte debe ser un lenguaje para la transformación.
El nuevo milenio es un mundo de competitividad y competencia: el artista debe competir, en la sociedad de consumo con los canales de consumo y los medios de comunicación de masas, por el liderazgo en las voluntades de la creatividad y del buen hacer. El artista debe comprender esta realidad como una dinámica en la que la creación no es lucha. El artista es conocedor y creador del lenguaje más universal y del medio de comunicación más poderoso. Es responsabilidad de cada artista, desde su individualidad, liderar la transformación de nuestro mundo hacia la libertad y posibilidades inconmensurables para que cada persona descubra el artista que lleva dentro, escondido en su individualidad. Joseph Beuys (1921-1986) decía que la vida es un medio de expresión artística, destacando el aspecto vital y la acción. Así todo el mundo es capaz de ser artista.
El arte es el lenguaje con poder para que el camino hacia un mundo globalizado armónico se recorra desde la individualidad y con la participación de cada persona que formamos esta sociedad global.
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 -   Ernesto Oñate


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